ANTECEDENTES HISTÓRICOS, Cuarta parte: 1997
- 2001– UCSD SAN DIEGO.
OVERTON
NEURO-ENDOCRINE NETWORKS
Al final de la ANOTACIÓN 2012 Serie 1 No 5:
6 de febrero, 2012, mencioné que había descubierto una falla o inconsistencia
en el paradigma de las redes neuronales artificiales. El problema está en que
estas redes no suponen cambios, locales o globales, en el funcionamiento de sus
nodos (neuronas) correspondientes – y esa suposición es neurofisiologicamente
errónea. El sistema neurofisiológico
está sujeto a todo tipo de influencias por parte de otros sistemas, por ejemplo
el hormonal; dicho de otra forma, cambios hormonales nos afectan en nuestra
forma de pensar, de sentir, y de comportamiento – patrones que si por una parte
son determinados por eventos neuronales en el cerebro, nos recuerdan que el
cerebro no está aislado del cuerpo. Basta estar cansado, tener sueño, hambre,
ganas de orinar, miedo, ira, celos, etc., etc., para darnos cuenta de que es
así: el mismo sistema cognitivo, afectivo y/o conductual – responsable por la
toma de decisiones – que bajo otras circunstancias nos daría un resultado, bajo
los extremos de condiciones sistémicas, nos da otro muy diferente. Tratad de
jugar al ajedrez habiendo reñido con la pareja, con la madre, o con un mejor
amigo. De hecho la biosociología, combinación disciplina que combina la
biología y la psicología y que estudia la interrelación, a nivel del reino
animal, entre el funcionamiento mental y los estados fisiológicos, enfatiza
precisamente ese punto: la mente/cerebro y el cuerpo son sistemas integrados,
más aún, ambos la mente/cerebro y el cuerpo están sujetos a las influencias del
medio ambiente. Por lo tantos, las premisas de una metodología basada en un
sistema de neuronas (artificiales) que respondan de igual forma
independientemente de posibles influencias generales o locales a su
funcionamiento surgiendo de estados sistémicos son erróneas. Mi profesor, Jeff
Elman, uno de los pioneros en este campo me dirigió a ciertos modelos de redes
neuronales según los cuales una neurona “maestra” conectadas con todas las
demás del sistema y que simula una influencia global de la misma.
El
problema, me di cuenta, está en la representación: la metodología de redes
neuronales artificiales consisten en una conexión directa, individual, entre el
agente transmisor y el receptor, análogo a una llamada telefónica para
solamente una persona, o en un correo electrónico que se envía a una persona o
a personas determinadas. Ese tipo de transmisión de información o de
comunicación la podemos denominar “neuronal”. Pero la fisiología animal, y por
lo tanto humana, emplea además otro tipo de comunicación: la comunicación
“hormonal”. En la comunicación hormonal un agente transmisor emite una “señal”
o transmite una “información” disponible para cualquier agente receptor que
tenga los medios para recibir en ese canal o frecuencia, igual que una transmisión
de radio o de televisión. Las hormonas y las feromonas son componentes químicos
que un órgano del cuerpo emite, o dentro del cuerpo (hormonas) o al ambiente
(feromonas), y que una vez recibidas por los órganos sensibles ejerce un efecto
de influencia. Así funciona el sistema endocrino y sus influencias globales
constan también en el sistema nervioso central; ejemplo: el trastorno disfórico
premenstrual. Las redes neuronales artificiales carecen de la capacidad
efectiva para captar este tipo de comunicación endocrina en la que la presencia
de una o varias sustancias, tipos de información, etc., afecte global o
localmente el funcionamiento de la red de conexiones neuronales.
Recurriendo
a la naturaleza como modelo, rediseñé el concepto de las redes neuronales
artificiales para abarcar comunicación endocrina, creando una representación que
abarcaba aspectos de APEX y que llamé “Overton Neuro-Endocrine Networks” –
“O-NETS” para abreviar. La tremenda
ventaja de O-Nets sobre redes tradicionales de neuronas artificiales es que con
O-NETS una misma red podría adaptarse a funcionar bajo diferentes condiciones
sistémicas (hormonales, endocrinas), respondiendo con mayor certeza a la
realidad biológica. Mi entusiasmo por O-NETS fue sustancial. Tomé un curso pos-graduado
en la biofísica de redes neuronales en el departamento de física de UCSD, para
el cual como proyecto creé un simulador de O-NETS que demostraba algo que
ningún sistema de redes neuronales artificiales tradicionales podría demostrar:
resonancia de circuitos. La resonancia es la tendencia a cuerpos a vibrar naturalmente
a ciertas frecuencias determinadas y es un fenómeno bien representado en la naturaleza.
Cuando se afina un piano, por ejemplo, se usan diapasones que vibran
automáticamente, de acuerdo a sus frecuencias resonantes, cuando la cuerda
correspondiente a cada tecla vibra en la frecuencia indicada para la nota. Las
neuronas biológicas muestran un fenómeno similar, fenómeno que también que se
denomina “resonancia” según la cual cuando la frecuencia de su activación se
aproxima lo suficiente a su frecuencia resonante natural es neurona comienza un
estado de activación de acuerdo a esa frecuencia e independiente ya de estimulo
continuado – y como neuronas con similares frecuencias resonantes aparecen fuertemente
interconectadas formando circuitos, el circuitos entero comienza a activarse de
acuerdo a su resonancia colectiva. Mi prototipo
de O-NETS demostraba el fenómeno de la resonancia de circuitos – un fenómeno clave
en la neurofisiología de la imaginocepción – tal y como comenzaba a desarrollarse
en el circuito neuronal. O-NETS prometía ser una herramienta muy importante no solamente
computacional sino también para demostrar ciertos aspectos de mis teorías neurofisiológicas.
También fue sorprendente el poco tiempo en el que lo logré programar dado ante todo
que no había programado nada sustancial en muchos años.
Me
entusiasmé tanto con O-NETS que hasta pensé en cambiar el rumbo de mi proyecto
de tesis de doctorado de las “Bases neurofisiológicas de la imaginocepción”, a
ese rumbo mucho más computacional – hasta que un compañero de laboratorio me señaló
los detalles del contrato de mi subvención universitaria según el cual los
Regentes de la Universidad de California tenían derechos de propiedad sobre
toda creación intelectual, relacionada o no con mis estudios o trabajo en UCSD,
hasta un periodo de 10 años tras terminar mi contrato – los 10 años caducaron a
finales del 2011, haces unos meses.
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